domingo, 6 de marzo de 2011

El Río de la Luz



Pese a que hace un tiempo los libros no me solían durar mucho de leer, ahora por los azares de la vida me lleva bastante más tiempo. Este en concreto he tardado tres meses en leerlo siendo que en otro tiempo hubiera bastado dos semanas. Soy lector, pero nunca he sido rápido ni voraz.

El libro que me ocupa es “El Río de la Luz” de Javier Reverte y lo escribió como reacción a otro llamado “El libro de la Desolación”. El último trata sobre el Amazonas y el primero sobre el río Yukón. Decir que me siento próximo a la forma de escribir de Reverte mezclando sus vivencias viajeras con una explicación de la historia y de los personajes que alguna vez transitaron por esas zonas. En este caso el viaje tiene como núcleo las zonas del Noroeste del continente americano incluyendo Canadá y Alaska y como nudo argumental, la fiebre del oro que se desató en 1897.

Por el libro van pasando escritores como Jack London o Malcolm Lowry, personajes de películas del oeste como Wyatt Earp, Soapy Smith. Ciudades como Dawson , Skagway o Fairbanks Los paisajes forman parte tan importante o más que la personas, la tundra, las grandes nevadas y por supuesto el río Yukón que sirve como hilo conductor durante muchas páginas del libro y su afluente el Klondike, en cuya desembocadura se desató la fiebre.

La lectura del libro me remite a muchas películas que tienen como argumento la búsqueda de oro, de las vicisitudes y de la codicia de muchos de sus protagonistas. El libro trasmite la sensación de gran aventura vital, donde se ponía en juego de un lado la vida y la escasa fortuna que cada uno tuviera hasta ese momento, frente a la posibilidad de hacerse inmensamente rico. La forma de alcanzarlo pasaba casi indefectiblemente por pasar calamidades. En general se deduce que los que aprendieron algo, encontraran oro o no, pudieron contarlo. Los demás cayeron las más de las veces en la desesperación aunque por un momento fueran ricos.

Paralelamente a la parte histórica, Reverte pretende darle un tono de aventura personal donde el autor se anima a recorrer los paisajes que describe e incluso a descender en canoa durante quince días por la corriente del río Yukón. A pesar de todo y a diferencia de otros libros como en “Corazon de Africa” donde mantiene un tono más aventurero, aquí se le nota cansado, algo más mayor, pero con la misma capacidad de transmitir sensaciones de siempre. A pesar de todo, Reverte es uno de los mejores cronistas de viajes que conozco.

Jaal


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