lunes, 17 de febrero de 2014

Alipio





Debía tomar una decisión para la sociedad de inversiones en la que trabajaba. Se trataba de reconvertir una de las fábricas de maquinaria industrial que se encontraba en concurso de acreedores en otra fábrica similar, adaptándola a los nuevos tiempos y a las nuevas tecnologías. Por otra parte estaba la posibilidad de recalificar los terrenos, venderlos y despedir a los quinientos trabajadores de la plantilla. A priori los números decían que la mejor opción era reconvertir, además la zona quedaría muy beneficiada con el mantenimiento de los puestos de trabajo

Conocía la historia de Alipio. Alipio vivió en Roma en el siglo IV y era amigo de San Agustín de Hipona. Deploraba los espectáculos que se daban en los anfiteatros donde se mataba indiscriminadamente personas y animales. Cuentan que una vez fue a uno de ellos y sintió la llamada de la sangre derramada en la arena y de los gritos del populacho. Volvió al circo una y otra vez sintiendo a la vez atracción y repulsión.

Cayó en mis manos el libro “Viaje al final de la noche”. Durante ese tiempo andaba con mis cavilaciones sobre el arte y la influencia que puede tener sobre las personas, sobre su comportamiento o su forma de ser. Eran pues unas consideraciones éticas.  El libro de Celine me pareció repelente pero de alguna forma ejercía sobre mí una extraña fascinación. Me parecía un libro mediocre, con una trama que no tenía nada de sorprendente y sí bastante de predecible y sin embargo no podía evitar su lectura, que iba acompañada de una extraña sensación de mal cuerpo que difícilmente se mitigada pasado un rato. Como si Celine sacara a relucir lo peor de cada uno.

Días después tuve que escribir el memorando que decidía la acción a tomar en la reestructuración de la empresa. No sé si algún libro u obra de arte puede mejorar a una persona. Doy fe que lo he buscado, también doy fe de que una vez leí “Viaje al fin de la noche” y todavía no he podido compensar su efecto devastador sobre mí y sobre todo lo que me rodeaba.

31 comentarios:

Patzy dijo...

Bueno, a decir verdad, me he quedado con la intriga sobre "en qué habrás convertido la fábrica"?! Y a la luz de la influencia que pueda haber ejercido la historia de Alipio en ti...me da miedo!
Un relato muy ingenioso! Abrazo, Jaal.

María Gladys Estévez dijo...

Me encanta el título del relato y por supuesto la trama. Eres muy bueno
Saludos cordiales

lichazul dijo...

pensé que tu protagonista al igual que Alipio iba a despedir a la gente y a contratar a otros por menos sueldo cosa que hacen el común de los empresarios cuando andan con reestructuraciones jajaja


besitos y buena semana

silvo dijo...

Drama que se vive muy a menudo, saludos

Isabel Martínez Barquero dijo...

Tremenda situación a la que se enfrenta, posiblemente muy común en nuestros días.
Me ha gustado especialmente la referencia histórica a Alipio y esa virtud atribuida a los libros. Si de verdad influyeran de esa forma absoluta en nuestro comportamiento...
Buen relato, Jaime.
Un abrazo.

Charlie El Balsero dijo...

POR UN MOMENTO PENSÉ QUE IBAS A REESTRUCTURAR LA EMPRESA DESPIDIENDO A MEDIO MUNDO. MUY AL ESTILO MODERNO JAJAJA
MUY BUENO JAAL.
SALUDOS
CARLOS

Rafa Hernández dijo...

Seguro que puesto el asunto en tus manos, lo arreglas de forma que todos queden contentos.

Un abrazo.

Mirella S. dijo...

No sé qué decisión habrá tomado el protagonista de tu relato, si se dejó influir por la parte oscura que le había sacado la lectura de Celine.
En cuanto a la influencia de las lecturas sobre nosostros, creo que es mucha, tanto negativa como positiva. El poder de las palabras, de las ideas, que en momentos en que estamos más lábiles pueden hacer estragos o también sacarnos a flote.
Bien contado, Jaal.
Un abrazo.

Amando García Nuño dijo...

De la descarnada amargura de Celine a este Alipio donde todos nos podríamos ver reflejados, antes incluso de conocer su historia.
Todos, reestructurando empresas. Nuestra esquizoide combinación de aplauso y rechazo en esta sociedad que se maquilla en su impostura. Es lo que hay, compañero.
Abrazos, siempre

Nieves Martín dijo...

Nos dejas con la intriga de saber que clase se fábrica tiene ahora, la imaginación da para mucho, pero se intuye que es algo enrevesado, original y ¿un tanto escandaloso quizá?
Me ha gustado ese reflejo de atracción y repulsión, algo que en estos tiempos también suele suceder con desapercibida naturalidad.

Un besote Jaal !!

Francisco Espada dijo...

Creo en la influencia que las lecturas hacen sobre nosotros, si bien no siempre de forma positiva; no creo, pero es evidente en la necesidad de reconvertir tanto lugares de trabajo en otra cosa distinta sino en pro de una voracidad insaciable de más y más.
A lo que vamos, lo que aquí importa es que estamos ante un relato sólido, con su apunte histórico que le da su puntito de académico. ¡Felicidades!
Un abrazo.

Aristos Veyrud dijo...

Decisión que depende mucho si la empresa es pública o privada, si es privada depende mucho si se es dueño, copropietario, o empleado. Si se es empleado solo tiene que obedecer lo que determine el dueño o la junta de accionistas, no hay de otra.
El drama y tensión del relato entre la ética y la estética desemboca e ilumina no tanto el cerrar o mantener la empresa sino más bien esa posibilidad y cuestionamiento de nuestra participación en eso que se llama libertad!!!
Abrazos!!!

Bee Borjas dijo...

Me ha gustado mucho, Jaal. Porque has logrado fundir varios caminos que confluyen en uno: el hombre y su situación. Los laberintos de la mente y las contradicciones en las que buceamos todo el tiempo.
Muy buen texto.
Abrazo, mi amigo.

TORO SALVAJE dijo...

Ahora dicen que hay que reinventarse.
Me dan ganas de reinventarme una guillotina y empezar a descabezar hijos de puta.

Saludos.

Andrés de Andrés dijo...

La vida como espectador. Todo ocurre a los demás o contra los demás. Cualquier decisión solo afecta a otros y ello facilita las decisiones. Muy de actualidad.

El collar de Hampstead dijo...

Reconvertir,adaptar,reestructurar...cuando escucho esas palabras me da ya mala espina...

Interesante el relato por las posibilidades que abre.

Un beso!

taty dijo...

Una delicia de final abierto después de la referencia a Alipio y su atracción/repulsión a la matanza y la otra referencia a Celine con un libro terrible, que sin embargo, el personaje no puede soltar. Las ambivalencias están a la orden del día.

Disfruté el texto. Un abrazo.

genessis dijo...

Ese final abierto es una lucidez para hacer pensar a los lectores.
Buena cepa nos das...
Saludos.

Melvin dijo...

Sólo nos queda ese debate moral que se establece cada vez que hemos de tomar una decisión que ponga en cuestión nuestra ética, humanidad o dignidad... Sin él estaríamos perdidos... Bueno, desafortunadamente, muchos ya lo están... Me gusta eso que planteas de cómo la línea personal y su mundo de sensaciones interfieren en el mundo profesional de formas sorprendentes... Besotes.

la MaLquEridA dijo...

Mientras no cierres la fabrica hay esperanza para algunos.


Abrazo

lichazul dijo...

mil gracias por tus palabras
ten un fin de semana genial
besitos

lichazul dijo...

pd... uno de los libros preferidos de Pinochet era EL Príncipe de Maquiavelo (al igual que de Napoleón), curiosidades de la historia

muak

Uno dijo...

Yo leí a Celine. Seguramente la obra que mencionas, tan nombrada, pero no la recuerdo ni para bien ni para mal. Lo que si tengo es un mal recuerdo de fieras en fábricas devorando empleos.
Todo eso has traido a mi mente, fíjate tu.
Un saludo

San dijo...

Me gustan los relatos con final abierto, hacen que el lector se implique en la historia, por cierto muy a la orden del día, Te felicito.
Besos.

El Bueno de Cuttlas dijo...

Me pasa lo mismo con otro escritor maldito, Charles Bukowski. Para lo de la fábrica mejor leer "El Contrato Social de Rousseau. El problema es que esos tipos solo leen hojas de resultados, así nos va.

Un saludo Jaal, estupendo relato como siempre

Anónimo dijo...

Bien concebido relato.

Boris Estebitan dijo...

Buen texto y al final quedas con intriga, saludos.

Boris Estebitan dijo...

Gran relato y al final quedas con intriga, saludos.

clarodecir dijo...

Qué bien escribes estos relatos, en los que implicas al lector y lo llevas a derivas posibles, me gusta inventar finales...

Un beso.

Nel Morán dijo...

Me ha gustado el texto, lejano al anacronismo de algunas historias y dándole al lector el juego de decisiones.

Saludo

independent dijo...

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