lunes, 10 de septiembre de 2012

El último Rafael





La primera cosa que sorprende de la exposición “El último Rafael” en el Museo del Prado es el extraordinario color que tiene los cuadros. Es como las personas, se puede intuir su salud por el color de la piel. Y no está mal la de estos lienzos si tenemos en cuenta que la edad de cada uno ronda los quinientos años. Esto debe ser cosa de los barnices y de las conservaciones. Estamos hablando de uno de los grandes pintores de la historia y de uno de los grandes talleres.


Al no estar en contacto con la pintura ni en la ejecución de lienzos, ni en la visita a exposiciones, voy con la intención de pasar un rato viendo cuadros como si fueran  los de una exposición del barrio. Se puede pensar que esto es actividad fácil de alguien que un día por la mañana, y con los útiles y conocimientos suficientes, comienza a dibujar  dando forma a las cosas y a las personas. No es así. Por ejemplo el cuadro que ilustra esta entrada. Se trata de “La Sagrada Familia con Juanito”, más conocida como “La Perla”. Juanito es a quien de mayor llamarían El Bautista. También aparecen el Niño, María y la madre de esta, Santa Ana. Se ve una estructura elaborada, el gusto por el detalle y el realismo de los tejidos de la cuna, una  gama cromática apabullante, el juego de miradas que remite de unas figuras a otras, casi como si tuvieran movimiento. Aparece un concepto que leí en el folleto de la exposición que se llamaba profundidad psicológica y que automáticamente asocié a la gravedad del rostro de Santa Ana, que se muestra como si intuyera el futuro que le esperaba a su nieto.  Las diferentes iluminaciones resaltando a unos personajes de otros o unos espacios de otros. Sin olvidar la profundidad de campo.

En la elaboración de estas pinturas nos encontramos con expertos en estructura compositiva, coloraciones, pintores especialistas en paisajes, en rostros, en trajes. Es como si cada uno de los cuadros requiriese de muchas áreas del conocimiento (en otros cuadros está muy presente la arquitectura). En cada lienzo trabajaran varias personas.

Rafael en esta época (1512-1520) difícilmente pintaba cuadros enteros, reservándose para él determinados detalles (los más difíciles o importantes) de los muchos cuadros que se hacían en su taller y dejando que los otros pintores hicieran el resto. También se dedica a la estructura del cuadro en su conjunto, con la correcta distribución de formas. Sus dos ayudantes-pintores más representativos fueron Giulio Romano y Gianfrancesco Penni de los que también hay representación en la muestra.

Los cuadros de este taller eran el equivalente a lo que hoy es una película, con esbozos, preparación, tiempo y análisis y representa un ejemplo de trabajo en equipo. Lo que parece un simple cuadro, representa la  síntesis de muchas áreas y de muchos conocimientos.

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