sábado, 29 de diciembre de 2012

Umberto D.



Hay ocasiones, muchas, en que la realidad supera la ficción. Esta tarde al salir de casa y cuando llevaba caminados unos pasos se me acerca titubeante un hombre de unos treinta años, bien vestido, afeitado, pelo corto, delgado y tartamudeando, como costandole sacar las palabras, dice.

- Perdone que le moleste. Yo no quiero molestarle. No estoy borracho, puede verlo, ¿ve que no estoy borracho?

Es cierto, no estaba borracho y aparentemente gozaba de buena salud.

- Tan solo quiero que me escuche un momento. Yo vivo aquí detrás, en ese bloque de pisos. Hasta hace unos meses tenía trabajo, pero ahora, ahora no tengo nada. Si pudiera darme ...

No me llamó la atención la historia, por desgracia en Madrid se ven muchos casos peores que este. Lo que me sobrecogió fue la torpeza del intento y la sensación de que la persona que tenía delante de mí estaba dando los primeros pasos en la mendicidad. Es una realidad tan desgarradora que se me hace difícil  imaginar la certeza de que hoy ese hombre no tiene nada que esperar.

A veces he intentado comprender qué es lo que pasa por la cabeza de una persona que no tiene nada, que vive en la calle, que está a merced de cualquier desalmado. Ese es el siguiente estado al que se accede a partir  del momento en el que un día sales y dejando a un lado tu orgullo pones la palma de la mano delante del prójimo y pides algo, pides limosna. Me parece una de las pruebas fuertes a que la vida nos puede someter, partiendo de la base de que en la mayoría de los casos no hay  elección. También de santidad, no olvidemos que gran parte de los santos de cualquier religión eran mendicantes, pero lo eran  por decisión propia.




Este hombre me recordó a Umberto D. el protagonista de la película del mismo título dirigida por Vittorio de Sica. Hay una escena conmovedora que puede verse en el vídeo anterior en la que por así decirlo Umberto está iniciándose en la práctica del pedir. Se intuye la torpeza al poner la mano cuando pasa un transeunte, y de girarla, como si estuviera comprobando si llueve, en el momento en el que le van a dar unas monedas. Exactamente esa misma sensación he tenido esta tarde al encontrarme con mi vecino. Y lo más inquietante es saber que mañana podemos ser cualquiera de nosotros.

9 comentarios:

silvo dijo...

El vídeo genial, lo de esa persona que pide una pena a la que nos están llevando la acumulación de riquezas en pocas manos y en paraísos fiscales o inversiones en zonas del mundo muy favorables para quienes quieren ganar mucho dinero, saludos

Verónica O.M. dijo...

Muy triste llegar a esta situación, con todo lo que conlleva.
El amigo Silvo, lo ha explicado muy bien, comparto su opinión.
Un cordial saludo, buen finde

Mirella S. dijo...

Vi esa película cuando era muy chica, me llevó mi padre y recuerdo que cuando salimos él estaba turbado. Nací en Italia, pasamos momentos durísimos cuando llegamos a la Argentina, salimos adelante, entonces era un país rico, generoso. Ahora también en Buenos Aires proliferan mendigos, chicos que piden, gente que duerme en la calle, en las plazas y a uno se le encoge el corazón y siempre le queda una sensación de tristeza, hasta de culpa, tanto si le das o si seguís de largo.
Es un tema muy doloroso, con todos los recursos que hay, que todavía pase esto.
Muchos saludos.

Manuel R. dijo...

Me has dejado cavilando. Es muy triste que hayamos llegado a esto y la sensación que me da es que aún puede ser peor, que va a ser peor...
Pensábamos que el estado de bienestar que teníamos era inamovible y las personas de a pie nos relajamos y los que están arriba aprovecharon para llevarse a manos llenas todo lo que pudieron y el resultado de todo esto es que personas que jamás imaginaron que iban a tener dificultades ahora se encuentran en situaciones muy dificiles. A veces sin salida.
Me gusta mucho el vídeo, no conocía esa película de De Sica.

Juan Ignacio dijo...

Para un madrileño más o menos de mi edad, 57 años, la escena de sus calles debe ser la peor vivida. Nunca había visto a tanta gente pidiendo por la calle, y cada vez hay más españoles entre ellos. Como el paseo que dé sea largo termino deprimido y angustiado; esta situación actual, que día a día va en aumento, no va a traer nada bueno a nadie. Y hasta aquí quiero reflexionar..., por ahora.

Un cordial saludo.

El Bueno de Cuttlas dijo...

En toda España pasa esto pero en las grandes ciudades como Madrid el contraste entre opulencia y miseria es más fuerte. A mi también se me cae el alma a los pies cuando veo estas cosas por la calle. Es demencial.

Un saludo

juan andrés estrelles dijo...

Otra historia desgarradora de las muchas que como bien dices van surgiendo cada día. No conocía esta película pero la verdad es que este fragmento te conmueve el alma. Tanto como lo hace la cruda realidad contra la que nos enfrentamos cada día.

independent dijo...

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garin dijo...

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