jueves, 28 de febrero de 2013

Ticker




Miró por la ventana se sentó en la silla del despacho y dejó el teléfono móvil encima de la mesa. Mientras esperaba que se iniciara el ordenador, se acercó a la máquina del café, depositó unas monedas y seleccionó un capuchino. Tomó el vaso de plástico y lo llevó a la mesa. Se validó en la aplicación y de la pantalla comenzaron a aparecer montones de números que representaban la valoración de los mercados de varias partes del mundo. En la parte inferior de la pantalla y con un movimiento uniforme de izquierda a derecha, salían las cotizaciones de las cien compañías en las que su empresa mantenía el control. Esa banda era el ticker. Los valores en positivo aparecían en verde, los que arrastraban pérdidas en rojo. Continuamente y durante ocho horas por la pantalla salía una continua e interminable ristra de números. Ocho horas, de izquierda a derecha.

Su trabajo consistía en mirar al ticker y al resto de valores, analizarlos y rápidamente  encontrar relaciones  que sirvieran para anticiparse a la tendencia del mercado e invertir de una empresa a otra, de un mercado a otro. A veces la bajada del oro repercutía en la subida de las empresas tecnológicas. Esas cosas. Y debía tener el control de sus nervios para mantener la calma incluso en los momentos de máxima tensión o de mínima rentabilidad. Estaba inquieto porque desde hacía unos días era incapaz de encontrar la lógica interna que movía los mercados y que hacía que su mundo se hubiera, como decirlo, desincronizado. Miraba la pantalla y haciendo un esfuerzo por concentrarse nada tenía sentido.

Fuera del trabajo mantenía la misma zozobra, el mismo vacío. Su vida en familia, los partidos de tenis con los amigos, hasta el curso de microelectrónica. Como si una extraña ley de causa y efecto le hubiese afectado su entendimiento era incapaz de encontrar una relación entre la cosas, un mínimo respiro o una escasa alegría. Los fines de semana no tenían más sentido que el resto de los días de la semana, ni menos. De vez en cuando por las tardes, iba a sentarse a un banco desde donde podía ver el movimiento de los coches. El grado de confusión le hacía estar centrado y dejar de estarlo, ajeno a todo.  Veía coches moviéndose de izquierda a derecha, constantemente, eternamente, en rojo y verde. Nada que entender, nada más que hacer. Ticker

31 comentarios:

silvo dijo...

Domina la pantalla, en cuanto a sus datos, pero no consigue lo mismo con la vida, saludos

LOS OJOS DE LA NIEBLA dijo...

Un círculo vicioso..Hay que separar y muy mucho el trabajo, del resto de tu vida...
Un beso

Rafa Hernández dijo...

A este hombre el trabajo con el ordenador le tiene absorbido el cerebro y ve valores y tickets hasta comiendo sopa de ajo. Hasta sentado en un banco ve los colores del semáforo y se imagina como va la cotización en bolsa y si las empresas para las que trabaja ganan o pierden. Esto es malvivir, y por mucho que gane más feliz sería trabajando con un pico y una pala. Se desgastaría físicamente, pero por las noches dormiría como un lirón, A este no tarda en darle el jamacuco. Por cierto yo también trabajo con tiquets.

Un abrazo jaal.

Amando García Nuño dijo...

Inquietante, una gozada leer como dominas esa transición de la imagen ticker hacia esa desasosegante sensación de la segunda mitad del texto.
Es curioso, a mí me parece que el personaje del micro ha alcanzado un alto grado de perfección mental. De ver pasar la banda de valores bursátiles, ha llegado a intuir el semioculto valor de la vida propia, y de las ajenas. Nada que entender, nada mas que hacer... Me parece un texto redondo y sugerente. Un abrazo.

Manuel dijo...

Somos esclavos de nuestros vicios.
Un saludo Jaal.

lichazul dijo...

rutinas y vidas se van asimilando hasta hacerse una sola
un relato inquietante y bastante real en muchos , a cuantos no les está pasando

no sé porqué, pero el personaje me resultó un ejecutivo bursátil de la gran manzana


abrazos

Vivian dijo...

Con tantas cotizaciones se olvidó de calcular su propia vida, ahí está, en el vacío que nadie le agradecerá cuando sea un simple jubilado haciendo números para entonces llegar a fin de mes.
Por otro lado prefiero pensar que lleva muchos años de casado y nada lo motiva fuera de sus cómputos, que prefiere evadirse. (O que le gusta la formula-1 jiji)
No sé, la gente es rara ¿vio?
Está muy bien narrado, hace que el lector especule y eso me gusta.
Un abrazo Jaal.

Juan Ignacio dijo...

Mira que me han pasado cosas en la vida, pero lo que al protagonista de tu relato, no. A ver si va a ser porque lo único que controlo, no siempre, es el dinero que llevo en el monedero.

Un abrazo.

María Eva Ruiz dijo...

Los mercados manejan la vida de muchas personas de otra forma hoy en día, a éste lo volvieron un autómata que no ve más allá de los valores de cotización.


Un abrazo grande,

Eva.

Amapola Azzul dijo...

Supongo que ya tenía bastante interioridado el sentido de su vida, supongo que eso le centró...

Besos, muy bello relato.

Impactante.

Noelplebeyo dijo...

que trabajo,dios

Patzy dijo...

Por eso...cuando dicen que han creado robots super especializados, me gustaría saber si no es que están hablando de nosotros! A ellos, los inventados, los están humanizando cada vez más, y a nosotros, robotizando. Abrazo maestro!

Unknown dijo...

la rutina se lo comió y se volvió loco!!!!

Mirella S. dijo...

Jaal, muy bien relatado. En el ambiente bursátil es más visible la deshumanización, sin embargo la podemos ver todos los días en la calle, cada uno metido en su propio circuito, enchufados a aparatejos, aislados.
Abrazo.

Melvin dijo...

Llega siempre un momento en la vida donde todo pierde un poco el sentido... Donde lo cotidiano se torna una pesadilla de la que no se puede o se sabe salir, porque no nos enseñan a desaprender sin la inevitable sensación de pánico paralizante...qué horror de sociedad. Besotes.

N dijo...

¡Qué feo y qué atormentador!
Sé que el trabajo puede ser algo que amemos muchas veces pero no sé hasta que punto puede ser toda la vida de uno...

¡Beso grandeeeee, Jaal!

sabores compartidos dijo...

Quiza este tan metido en su mundo que no puede discernir cuando está fuera o dentro de él.
No te puedes llevar el trabajo a todos lados
un abrazo

Marieta dijo...

porque será que no me identifico nada con tu protagonista... robotito de nuestros días, que incluso en su tiempo libre solo ve en dos colores...
gracias a que todavía mis ojos diferencias todo un arco iris...

Pluvisca dijo...

Encerrado en la carcel que elijió y que ya no recuerda el por qué lo hizo...

Buenisima tu entrada jaal

buen fin!!!

:)

TORO SALVAJE dijo...

Necesitará pronto un manicomio.

Saludos.

Pilar Cárdenes dijo...

Sujetos como estamos a los altibajos de bolsa, valores y demás componentes que marcan nuestro bienestar, no es de extrañar que este hombre con un trabajo dedicado a ver las variables, lo haya asimilado de tal manera que está rigiendo todos los aspectos de su vida, o eso me parece...
Interesante relato Jaal

Abrazos y feliz semana!

Pilar Cárdenes dijo...

Sujetos como estamos a los altibajos de bolsa, valores y demás componentes que marcan nuestro bienestar, no es de extrañar que este hombre con un trabajo dedicado a ver las variables, lo haya asimilado de tal manera que está rigiendo todos los aspectos de su vida, o eso me parece...
Interesante relato Jaal

Abrazos y feliz semana!

Aristos Veyrud dijo...

Generalmente llenan ese vacío con alguna adicción, desde jugar en las grandes ligas hasta salir a matar animales "exóticos" como elefantes, casinos o usuario del cliente frecuente de la prostitución en países en vía de desarrollo o todo a la vez y muchas cosas más, mientras los pobres de la tierra pagan por eso y por mucho más...
Abrazos Jaal!!!

Francisco Espada dijo...

Has logrado hacer un texto movido e interesante desde la monotonía de un trabajo absorbente y rutinario, rutina que cuando se traslada a la vida termina por arruinarla.

Un abrazo

lichazul dijo...

gracias por tu huella
buen fin de semana
abrazos

Uno dijo...

Seguramente no era lo suficientemente viejo para saber que nada tiene sentido excepto algunos breves momentos en que nos damos a la locura. O al placer. Estupendo relato.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Es que quizás lo que está devaluada es la humanidad de nuestras vidas. En las sociedades modernas todo se cuantifica, menos lo que más importa.

Buen fin de semana!

Mascab dijo...

A veces, nos vemos envueltos en días así.

Llenamos la mente de datos, la dejamos que los ordene en una transcripción mecánica sin necesidad de utilizar la razón.

Nos dejamos arrastrar por la corriente del caudaloso río de la desidia y evitamos pensar que si no somos nosotros quienes nos asimos a la rama que pende sobre él, nadie nos podrá rescatar.

Tu protagonista debe dar con la solución a éso que le mantiene bloqueado, de lo contrario, perderá el tiempo que se nos dá para vivir la vida.

Un relato que cala hondo.

Andrés de Andrés dijo...

El relato parece sacado de la realidad. Bien dice "Los ojos de la niebla" sobre el círculo vicioso en que debe verse alguien con un trabajo similar. A veces nos identificamos más con lo que hacemos que con lo que somos. Inquietante.

Manuel R. dijo...

Menuda pesadilla. Una pesadilla cotidiana en la que muchas nos vemos reflejados. ¿Ticker, dices?

Todo eso me suena demasiado.

Anónimo dijo...

En el fondo nada tiene sentido, ni los partidos de tenis, ni las barbacoas con los vecinos, ni siquiera las fiestas de Navidad. ¿Cómo iba a tenerlo ese trabajo?

Lo mejor: pararse y observar, puede que el loco no sea él.

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